8 de agosto de 2010

Amemos nuestros propios ritmos

Como ya estoy en pleno proceso de mudanza, muchas cosas han sido ya guardadas, entre ellas los cuadernos que contenían el Cuaderno de Poesía, origen de este blog y estos posteos. Sin embargo, nada me impide seguir compartiendo poemas y reflexiones sobre la poesía, gracias a la magia de Internet. Así las cosas, y como en el taller de escritura que coordino estuvimos viendo sonetos, vaya este soneto-arte poética-recomendación que haríamos muy bien en escuchar de alguien tan genial como contradictorio, Rubén Darío, padre del modernismo hispanoamericano, influencia perniciosa en palabras de Antonio Machado, maestro capaz de las más sublimes bellezas y de los bodrios más espectaculares también.





Ama tu ritmo y ritma tus acciones
bajo tu ley, así como tus versos;
eres un universo de universos
y tu alma una fuente de canciones.

La celeste unidad que presupones
hará brotar en ti mundos diversos,
y al resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.

Escucha la retórica divina
del pájaro, del aire y la nocturna
irradiación geométrica adivina;

mata la indiferencia taciturna
y engarza perla y perla cristalina
en donde la verdad vuelca su urna.

Prosas profanas, 1896. 

1 de agosto de 2010

Un clásico, un maestro

Un poeta que, a pesar de ciertas tosquedades, me gusta y admiro mucho, no sólo por su obra, que es digna de ser recordada y visitada, si no también por su tremenda y azarosa vida. Aquí, uno de sus poemas más famosos, en momentos en los que «Avanti» es casi una orden para mí: 


¡AVANTI!

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas;
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.

Obcecación asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellen los garfios de la suerte...

¡Todos los incurables tienen cura
cinco minutos antes de la muerte!

Almafuerte
Siete sonetos medicinales