25 de julio de 2010

Reflexiones desde la generación del 27

Los fragmentos y reflexiones que copiaré a continuación no aparecen en el Cuaderno de Poesía original, ya que conseguí este libro hace unos cuatro años. Lo leí días atrás y me pareció que había cosas que no podía dejar de compartir, como las que siguen: 

Para escribir, leer; y para escribir poesía, leer buena prosa.

La poesía es una sucesión de preguntas que el poeta va haciendo. Cada poema, cada libro es una demanda, una solicitación, una interrogación, y la respuesta es tácita, pero también sucesiva, y se la da el lector con su lectura, a través del tiempo. Hermoso diálogo en que el poeta interroga y el lector calladamente da su plena respuesta.

El poeta está lleno de 'sabiduría', pero no puede envanecerse, porque quizá no es suya; una fuerza incognoscible, un espíritu habla por su boca: el de su raza, el de su peculiar tradición.

(...) yo, no soy yo solo. Mi fe en la poesía es mi fe en la identificación con algo que desborda mis límites aparienciales, destruyéndome y aniquilándome en el más hermoso acto de amor, y cuando yo canto, hablo de mí, pero hablo del mundo, de lo que él me dicta, porque esto es la inspiración: hervor en el reducido recinto del corazón, de fuerzas innumerables, concentradas finalmente como una sola espada atravesando de dentro a fuera el pecho del inspirado.

El poeta es el único que realiza con su poesía esa antevisión, esa comunión con un mundo total. Por eso la poesía y el amor tienen una misma fuente. Y por eso el poeta vence a la muerte, porque en vida descorre las cortinas de nuestro supremo aniquilamiento.

Para mí, y creo que de algún modo para todo poeta, [la creación literaria] es la expresión de la experiencia. La experiencia es una forma del saber, y esta forma del saber sólo se comunica por el arte, no por la ciencia. Es un modo de conocimiento. La creación literaria es restablecedora porque por ella las experiencias penosas adquieren luz y el dolor es creador e iluminativo.

La poesía es una larga pregunta que se prolonga y concreta en cada poema que el poeta compone, en cada libro que el creador origina. No se dirige al mundo, sino al oído del mundo, lo que no es lo mismo. Ese oído es el hombre, que nace de la materia que se levanta, incorporándola y que al sucederse se hace historia. La poesía busca con desesperación una imposible respuesta porque el oído escucha pero no tiene palabras. La poesía es la esperanza inabatible, porque la vida es una contestación perecedera pero inmortal.

No te temas. Ni los temas. Para cumplir tu verdadero destino, para vivir, para crear tus hijos de belleza inteligente, ama como si el minuto fuese el siglo, como si unos labios que besan fuesen la boca de la vida.

Prosas recobradas, 1987.

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