n u l l a d i e s i n e l i n e a

Esto iba a ser una cosa y ahora va a ser otra o, más bien, creo que no va a ser nada. Pero no quiero ser tan pesimista ni mala onda. Quizás poniendo por escrito la idea primigenia que me impulsó aquí en primer lugar pueda detectar qué pasa y obrar en consecuencia. ¿Qué iba a ser Nulla die sine linea? Iba a ser un cuaderno de poesía, como dice por allí, entendiendo por tal un cuaderno donde se copian poemas de otros autores, así como reflexiones propias y ajenas acerca del quehacer poético. 
Bien. Pero, ¿de dónde venía esa idea en realidad? Venía de mi primigenio Cuaderno de Poesía, un proyecto que elaboré, en papel, en el 2001, ante la perplejidad que me causaba el observar que mis poemas (tan limitados ellos entonces, quiero creer) no se condecían con las estéticas reinantes en aquel momento... Fue algo así como una búsqueda o un volver a los orígenes para ver entonces cuál era la corriente estética a la que sí pertenecían... si es que pertenecían a alguna. Lo que me dejaba tan extrañada (nunca mejor usado el término) en aquel tiempo era la deliberada vocación prosística, por así decirlo, y la constante revisión de la infancia, de un modo -para mi gusto de entonces y de ahora- anodino, soso y aburrido de los poemas de muchos otros congéneres. No recuerdo ahora ningún nombre en particular y tampoco es la idea recordarlo, pero lo cierto era que yo no podía identificarme con ninguno de esos poetas que leía entonces y que se suponía que compartían un mismo zeitgeist conmigo.
Pues resulta que no lo compartían, no del todo al menos. El trabajito de ir a buscar mis poemas favoritos de todos los tiempos y de recopilar opiniones acerca de la poesía y de hacer poesía (valga el pleonasmo) en particular, demostró que yo compartía nada o muy poco con esos poetas que tanto me chocaban. Yo seguía (y sigo, para qué mentir) mirando a otra parte: todavía enajenada con la poesía de Baudelaire, mi padre nutricio; todavía embebida en las borrascosas fuentes del Romanticismo, que aún hoy me acompañan; todavía sacudida por muchos poetas de la generación del 27, por el vapuleado Modernismo y por mucha de la poesía "filosófica", por así decirlo; y todavía extasiada por autores como Catulo u Horacio o Marcial; lejos, muy lejos, de los poetas argentinos de los 90 y todavía muy lejos también (pero ahora ya no) de descubrimientos posteriores, como Odysseas Elytis, René Char, Paul Celan o Anne Sexton, sólo para citar algunos. Muy cerca aún (y así sigo) de la brevedad vaporosa y triunfal de Emily Dickinson, de la torrencial descriptiva de Walt Whitman y del desasosiego existencial de mi madre nutricia primera, Alejandra Pizarnik. Más identificada con Alfonsina Storni que con Diana Bellessi, si me apuran un poco, así me sentía yo, así me siento aún hoy.


Entonces, el objetivo no declarado de aquel cuaderno, en el que mis reflexiones al respecto se escribían en tinta fucsia y los poemas y las reflexiones ajenas se copiaban en tinta azul documental, era conformar una suerte de "canon poético conjetural" en el que ir hilvanando los diversos hilos que conformaban el vasto tapiz de mis influencias.
La idea era, otra vez, cuando se me ocurrió fundar este blog (ya saben cuán fácilmente adicta soy a fundar blogs...!), copiar directamente esos escritos, esos dos cuadernos. Seguramente no todo, sino lo mejor o lo más representativo. Pero los días han pasado y no he hecho nada de eso. Hoy, que el peso de esta cuestión pendiente se tornó insoportable, me dije a mí misma "no sé qué hacer". ¿Por qué? Por varias razones, a saber: 
1) ya tengo un blog para ocuparme de la poesía y de la reflexión sobre ella (que pueden visitar aquí); 
2) las cuestiones consideradas en los cuadernos de papel pueden (y seguramente deben) ser ya obsoletas, o por lo menos anacrónicas, o aunque más no sea superadas o desubicadas; es menester creer que en los nueve años transcurridos desde su enunciación yo haya cambiado algo (bastante) y por ende evolucionado; seguramente las cosas que tanto me preocupaban entonces ya no lo harán ahora y las cosas que me preocupan ahora en cuanto a la práctica poética seguramente ni siquiera las atisbaba entonces; 
3) ya tuve un blog para publicar poemas que por diversas razones me encantaban y no funcionó (o yo me emperré en que no funcionara, no sé); no se gasten buscándolo, lo saqué de circulación hace mucho; como pequeño homenaje, baste decir que se llamaba "Antojolía de poesía", título que recogía un neologismo del maravilloso JRJ; 
4) ¿qué sentido tiene compartir cosas que escribí hace tanto en momentos en los que la producción propia está muy alicaída, aunque en vías de recuperarse? ¿no es mejor empezar de cero? ¿me va a aportar algo este retorno al pasado? ¿les va a aportar algo a los potenciales lectores? Son estas preguntas las que todavía hacen que el blog no esté visible para nadie, excepto para mí, aunque percibo que cambiaré ahora mismo eso, para, precisamente, abrir el juego y que la cosa no quede en el onanista placer secreto de devanarme los sesos sin sentido; 
5) justamente hoy leí un poema de Rainer María Rilke que nunca había leído y que sencillamente me fascinó y de lo que realmente me dio ganas de hacer acá es de compartir esos descubrimientos. Simple y sencillamente copiarles los poemas que, de pronto, así, inopinadamente, como suele aparecer la poesía (o el pensamiento, "con suavidad de paloma" al decir de Nietzsche) impactaron, se inscrustaron, se volvieron uno con eso que módicamente llamaremos el "alma", a falta de mejor nombre (¿quizás sea mejor decir el espíritu?). 

Recapitulando y termino: la idea era postear a diario aquí también pero ya se sabe que eso dista bastante de ser posible por las más diversas causas, aunque ahora que he descubierto cómo dejar posteos programados para que se publiquen cuando yo quiera diría que me encuentro en el paraíso de los bloggers remolones. Pero aún así preferiría que la frecuencia de este blog, resulte lo que resulte de él, se imponga sola, así como su temática o misión. Por lo que, como dije al comienzo, esto iba a ser una cosa y ahora parece que va a ser otra pero, en realidad, es bastante parecida a la que iba a ser primero...
Y sin más cháchara intelectualizante, Rilke para todo el mundo (ah, eso sí, me dispensarán de ofrecerles información biográfica detallada de cada autor y cosas por el estilo; para eso está Wikipedia y las cientos de buenísimas páginas de poesía que cada día brotan en la red):


SOLEDAD

La soledad es como la lluvia.
Se alza del mar hacia los atardeceres
desde llanuras lejanas y remotas
se va hacia el cielo, que la posee siempre.
Y sólo entonces cae sobre la ciudad.

Llueve la soledad en las horas inciertas,
cuando todas las calles se vuelven hacia el alba
y cuando los cuerpos que nada encontraron
se separan desencantados y tristes,
y cuando las personas que se odian
tienen que dormir juntos en la misma cama:

luego la soledad se marcha con los ríos...

Rainer Maria Rilke
El libro de las imágenes

Marzo de 2010

1 comentario:

Bibliotecaria Sux Vidal dijo...

Me hiere mortalmente leerte, es una inmensidad tu lectura. Gracias, bien simple mi agradecimiento sí, pero real y desde esa cosa que le han nombrado corazón, mientras que para mí no deja de ser un churrasco de humano a medio cocinar, En fin, conmovida hasta el pudor.