21 de marzo de 2021

Veinte años después

Día de la poesía. Comienzo del otoño en este hemisferio. 
Y veinte años después retomo este proyecto siempre abandonado, entrecortado, imposible. 
Desde hace algún tiempo estoy escribiendo algo que me obliga (es una manera de decir) a revisitar el pasado, yendo a buscar vivencias, recuerdos y nostalgias a mis diarios. Así, estoy, ahora, recorriendo los diarios del año 2001, momento en el que, entre otras tantas cosas, di inicio a este proyecto, el Cuaderno de Poesía
Como ya dije cuando abrí este blog, se trataba de ir copiando tanto poemas como reflexiones sobre la poesía, a causa de un hecho bastante particular acaecido en aquel tiempo. No, no me refiero al desmadre político ocurrido entonces, sino a algo completamente personal e intrasdencente (intrascendente en el concierto general del mundo, no para mí, se comprende). 
Una amiga estaba haciendo un taller de poesía con poetas sumamente renombrados, en el marco de una beca. Le habían «bochado» todos los poemas presentados con los argumentos más endebles y progremente rancios. No los recuerdo con exactitud, pero eran insostenibles, posmodernos a rabiar diría hoy. A medida que ella me contaba todo lo que le habían dicho, lo que se leía allí y lo que se esperaba de los «becarios» mi yo poético entró en una suerte de crisis y sintió, por un momento, que nunca había leído ni escrito nada, a pesar de que ya llevaba diez años de imperfecta práctica, estudiaba Letras y me preciaba de que la poesía era lo «mío». La forma que encontré para contrarrestrar todo aquello fue justamente armar ese cuaderno, en el que iba recopilando los poemas que me habían marcado a través de los años, así como las reflexiones y artes poéticas de todos los grandes poetas de todas las épocas. 
Como hoy en día, veinte años después, a veces también siento que no he leído ni escrito nada (a pesar de los libros publicados y de los ahora treinta años de práctica igualmente imperfecta), creo que es un buen momento para remozar este blog y volver a aquella idea-fuerza de no pasar un día sin una línea, o al menos no pasar un día sin haber leído un poema y compartirlo con quien quiera leerlo. También es posible que deje caer algunos análisis de poemas, pero esto está por verse. 
El otro objetivo primordial de estas páginas virtuales es demostrar, asimismo, que la poesía no es esa banalización insulsa que muchos, hoy día, creen que es. No lo diré yo, lo dirán los poemas que compartiré con la mayor frecuencia posible, teniendo en cuenta que aún estamos en pandemia y todo es, por decir lo menos, asaz azaroso y caótico. 
Basta de cháchara, ya habrá tiempo de folgarse en ella si esto prospera. Vaya un poema que no estaba en el cuaderno original porque aún no había tenido la dicha de conocer a esta enorme poeta: 

2

Si puedo dejarte ir como los árboles dejan
ir a sus hojas, tan fácil, una por una;
si llego a saber lo que ellos saben,
que la caída es sosiego, es consumación,
entonces el miedo al tiempo y a la fruta incierta
no turbará los grandes cielos lúcidos,
este otoño tan raro, apacible y sutil.
Si puedo enfrentar lo oscuro con los ojos abiertos,
llamarlo estacional en vez de extraño o cruel
(porque incluso el amor requiere un tiempo de sueño),
y, ante el cambio, quedarme quieta como un árbol
perder lo que pierda para guardar lo que pueda,
con la raíz sólida, viva bajo la nieve
el amor permanecerá –si puedo dejarte ir.

Sonetos de otoño

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