20 de junio de 2010

Verdades inquietantes sobre la poesía

[CdP]

Sobre los críticos (y algunos poetas): 

La mayor parte de los poetas y de los críticos se asemejan a visitantes de una catedral, bien educados y sumamente cultos, llenos de tacto, de respeto y de admiración. Tienen toda clase de consideraciones por la liturgia y están bien informados sobre cómo debe ser una verdadera cúpula. Pero, para utilizar una frase de Robert Penn Warren, no van allí a rezar.

Sobre algunos poetas (¿poetas?):

El mundo de estos poetas [se refiere específicamente a ciertos poetas norteamericanos] se limita habitualmente al medio universitario, salvo durante ciertos períodos de frenesí sabático que transcurren con un mayor retiro del mundo todavía (...). Son generalmente señores (o señoras) moderadamente prósperos, de buen carácter y muy perseverantes en el trabajo. Publican regularmente en sólidas publicaciones literarias trimestrales y periódicamente reciben premios. Conocen la literatura acabadamente, tienen buena formación, mucha habilidad y salvo unos cinco o seis, nada tienen que decir.

Sobre vida y poesía, vida y poetas: 

Estoy profundamente convencido de que es legítimo cuestionar la competencia de los poetas sobre tales asuntos. Si la poesía trata verdaderamente de la vida del hombre en sus aspectos importantes, resulta esencial saber si el poeta tiene conocimientos suficientes para decirnos algo significativo sobre ella.

Sobre la función de la poesía, si la tuviera: 

(...) debemos admitir que a estos poetas académicos no les interesa hablar del mundo. Sólo quieren construir, y construir algo que sea bello. El contenido para ellos constituye la forma (...). Si la función de la poesía fuera solamente esa, no sería suficiente como para justificar que invirtiera en ella mi vida. Si se tratara meramente de una forma feliz, gozaría de ella como del ajedrez o de la comida, pero no renunciaría por su causa a nada que me resultara de vital importancia. Si no se tratara de algo que realmente importe, no me retendría más allá de su goce, por bien hecha que esté.

Y finalmente: 

Corrección es exactamente lo que no debemos pedirle a la poesía. Si se trata de poesía importante, constituye necesariamente una perturbación de la paz. El buen poeta nunca es un hombre bueno, nunca es doméstico. Los poetas amenazan la forma y los supuestos de nuestra vida, nos impulsan hacia lo que debemos ser, en vez de apaciguarnos en lo que somos. Es probable, por lo tanto, que la poesía importante nos llene de desazón.

Poets on poetry

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