2 de abril de 2021

Soldados

En general, deploro la poesía de ocasión. Con "poesía de ocasión" me refiero a esos poemas compuestos para celebrar algún suceso digno de ser recordado, poemas generalmente escritos inmediata o simultáneamente con el hecho en cuestión. Suele ser uno de los usos más arraigados de la poesía, que se puede rastrear hasta el origen mismo del género lírico con Píndaro y sus Odas, por decir algo. A mí, salvo unas pocas y gloriosas excepciones, suele parecerme siempre una reverenda porquería, un uso espurio de la poesía, una función que no le es connatural, un forzamiento, no sé. Posiblemente exagero, pero en general pienso esto. Me ponen de muy mal humor esos textos que circulan con la velocidad del rayo en Facebook luego de algún acontecimiento ominoso, como si sus autores estuvieran siempre esperando que ocurra alguna desgracia para ir y escribir unos versos. Alguna vez dije esto en mi muro y muchos amigos y colegas me saltaron a la yugular, para variar. Está bien. Son puntos de vista. Yo prefiero, en todo caso, que la poesía nazca del asombro, de la contemplación y de una larga templanza del dolor, en lugar de que sea un espasmo violento ocasionado por la tristeza, por las injusticias o por la luctuosidad de ciertos acontecimientos. También es cierto que en muchas ocasiones la angustia es tan galopante ante lo que ocurre que sólo escupiendo versos o ristras de palabras que se asemejen a ellos se puede lograr un mínimo de paz. Lo entiendo. Es escritura terapéutica y no tiene nada de malo, pero no sé si es lícito hacerla pasar por poesía sin más. Sin dejar que decante, que quede lo esencial y se diluya lo superfluo de la emocionalidad y el grito. Muchas veces es sumamente complicado distinguir una cosa de otra, poder decir cuándo lo terapéutico puede llegar a un nivel literario, etcétera. Entramos ya en las finas disquisiciones de la teoría y la crítica literaria que tanto espantan (y con razón) a los profanos. Para no seguir yéndome por las ramas, retomo: la poesía de ocasión suele caerme mal, salvo, insisto, excepciones.




Precisamente esta es una excepción. No sólo porque es un hermoso y tristísimo poema que resume toda una tragedia en un brevísimo espacio sino porque además forma parte de un poemario igual de hermoso y triste que fue trabajado años y años y que nunca se dejó llevar por el mero espontaneísmo o la mera efusión. Y tiene, además, el agregado de haber sido escrito por alguien que estuvo allí, que lo vivió y que no, no se lo contaron. En tiempos en que la desmalvinización cunde y en que quieren convencernos de que no estamos en guerra (nunca dejamos de estar en guerra, digan lo que digan) es hora de levantar esta bandera más alta que nunca. 
Malvinas argentinas siempre. Gloria y honor a los veteranos y caídos en la guerra de Malvinas.

Cuando cayó el soldado Vojkovic 
dejó de vivir el papá de Vojkovic 
y la mamá de Vojkovic y la hermana 
También la novia que tejía 
y destejía desolaciones de lana 
y los hijos que nunca llegaron a tener 
Los tíos los abuelos los primos 
los primos segundos 
y el cuñado y los sobrinos 
a los que Vojkovic regalaba chocolates 
y algunos vecinos y unos pocos 
amigos de Vojkovic y Colita el perro 
y un compañero de la primaria 
que Vojkovic tenía medio olvidado 
y hasta el almacenero 
a quien Vojkovic 
le compraba la yerba 
cuando estaba de guardia 

Cuando cayó el soldado Vojkovic 
cayeron todas las hojas de la cuadra 
todos los gorriones todas las persianas

Soldados, 2009.

P. D. del 31/05/2021: Es la tercera vez que tengo que reponer la imagen. Me pregunto si hay algún algoritmo al que le molestan las imágenes de Malvinas, sólo porque soy muy desconfiada y malpensada. Espero que simplemente se trate de una coincidencia... porque seguiré poniendo imágenes de Malvinas todas las veces que haga falta. Actualización del 02/04/2022: repongo la imagen por cuarta vez. Hartante ya. 

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